LA vuelta, ocho años después, del Efesé a la LFP no se puede decir que haya sido tranquila, a pesar de que los albinegros se presenten con los deberes hechos a la última jornada y que su última salida no llevara aparejado el tinte de dramatismo que se presuponía con el transcurrir de la competición. Pocos hubieran podido vaticinar un desenlace similar.
Huida al frente Entre el ascenso en Málaga y la vuelta a la actividad en Oviedo solo transcurrieron 56 días. Fue el tiempo que tuvieron Belmonte y Breis para confeccionar la plantilla. En ese tramo hubo salidas y llegadas de jugadores a última hora. O lo que es lo mismo una planificación contra reloj y con muchas trabas; por consiguiente, con graves errores. Pese a todo el comienzo fue esperanzador y Borja Jiménez situó al equipo en media tabla. Fue un espejismo, porque se inició una caída en picado a partir de la jornada once, sumado solo 4 puntos sobre 27, más la eliminación copera por el Pontevedra, un Segunda B, fueron el detonante para el cese del abulense.
Las tres jornadas de transición con Aguilar suponen un punto y el desplome hacia los puestos de descensos, rozando el farolillo rojo. Era el momento de tomar decisiones valientes, con el riesgo que conlleva. Belmonte y Breis plantean una huida hacia delante. Firman a un técnico capaz y con visión optimista. Hacen limpieza en la plantilla. Se dan 10 bajas y llegan jugadores con cartel en el pasado, aunque con escasos minutos en la presente temporada.
Poco menos que estaban en el paro. Añádase las lesiones de Cristian López y las largas ausencias de Gallar. Un calendario terrible en el tramo final (Espanyol, Almería y Girona) y partidos de rompe y rasga, con todos los rivales directos. Al final todo salió bien y muchos justifican el éxito, con que la plantilla no es la misma del principio.
Eso es verdad, no es la misma. Pero quién garantizaba, que el mercado de invierno, con nueve incorporaciones, sería un éxito. Qué fácil es, decir que es toro, cuando le has visto los huevos. Ni pensar quiero, las críticas que habrían llovido si hubiera salido mal. Bien está lo que bien acaba, y, ahora a pensar (con tiempo) en el Efesé 21-22.
Gaceta Cartagonova 441
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